Destacado

Toda La Gloria Sea Para Dios

 Es un privilegio reflexionar sobre el poderoso versículo de Efesios 3:20, que nos recuerda la inmensidad de Dios y Su obra en nuestras vidas.


 "Que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros."


Este pasaje nos invita a una profunda contemplación de la naturaleza divina y nuestra relación con Él.


La Gloria de Dios, Más Allá de Nuestra Comprensión


La primera parte del versículo nos llama a que "toda la gloria sea para Dios" [Efesios 3:20 NTV]. La gloria de Dios no es algo que podamos añadir o quitar, pues es inherente a Su ser, la manifestación de todos Sus atributos. Incluso si nadie lo alabara, Él seguiría siendo el "Dios de la gloria". Los cielos proclaman Su gloria y toda la tierra está llena de ella, un testimonio silencioso de Su grandeza como Creador. El universo entero fue creado para glorificarle.


Nuestra función, entonces, no es aumentar Su gloria, sino reflejarla y exaltarla ante el mundo. Esto lo hacemos al vivir vidas santas, adornando la doctrina de Dios con nuestro comportamiento, de modo que otros vean nuestras buenas obras y glorifiquen a nuestro Padre celestial. También le damos gloria a Dios a través de nuestro testimonio hablado, compartiendo las maravillas que ha hecho en nuestras vidas. La Biblia nos insta a magnificar a Cristo en nuestro cuerpo y a hacer todo para la gloria de Dios, incluso en las acciones más cotidianas como comer o beber. La glorificación de Dios es el propósito principal del hombre y de toda la creación, y el resultado es un gozo ilimitado.


Un Dios que Supera Toda Petición e Imaginación


El versículo continúa enfatizando que Dios "puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar" [Efesios 3:20 NTV]. Esto subraya el carácter ilimitado de Su poder y bondad. Dios es el gran dador, cuyas bendiciones son incontables, abarcando desde la vida y la familia hasta la salvación y la vida eterna. Su entendimiento es insondable, y Su voluntad se cumple de maneras que escapan a nuestra comprensión.


Un ejemplo claro de esto lo vemos en la historia de Salomón, a quien Dios le preguntó qué quería. Salomón pidió sabiduría para gobernar a Su pueblo, y Dios, complacido con su petición desinteresada, no solo le concedió una sabiduría sin igual, sino también riquezas y gloria, cosas que Salomón no había pedido. Esto nos muestra que cuando pedimos conforme a Su voluntad, Él puede sorprendernos, haciendo infinitamente más de lo que podríamos esperar.


Dios está atento a nuestro clamor y escucha nuestras oraciones. Él tiene el poder de actuar en nuestro favor, manifestando Su justicia y obrando milagros. No hay nada imposible para Él; Él es la Roca de nuestra salvación, capaz de salvarnos y levantarnos en medio de cualquier adversidad.


El Gran Poder que Actúa en Nosotros


La clave de esta capacidad divina se encuentra en la última parte del versículo: "mediante su gran poder, que actúa en nosotros" [Efesios 3:20 NTV]. Dios no es un ser distante; Él se acerca a nosotros como un Padre amoroso y está cerca en todo momento. Su amor y Su presencia nos acompañan en medio de cualquier situación.


Este poder interno es el que nos fortalece espiritualmente. Somos como "vasos de barro" que contienen la gloria divina. A través del Espíritu Santo, Dios nos transforma y nos capacita para reflejar Su majestad. La madurez espiritual consiste precisamente en alinear nuestra práctica con la posición elevada que tenemos en Cristo, permitiendo que el poder de Dios obre en nosotros.


Incluso en los desafíos más grandes, como el perdón, que a menudo parece una tarea insuperable, el poder de Dios actúa en nosotros. El perdón es una liberación personal, un acto de poder divino que nos libera de las cadenas del resentimiento y nos abre a una vida de paz y sanación. No perdonar es como cargar una mochila llena de piedras, agotándonos y robándonos la paz. Pero al perdonar, soltamos esa carga y permitimos que Dios intervenga y sane nuestras heridas. Este acto de fe y obediencia nos alinea con la voluntad de Dios y nos permite experimentar Su amor y Su gracia de manera más profunda.


Este pasaje de Efesios 3:20 nos llama  a depositar nuestra confianza en un Dios que no solo es infinitamente poderoso y capaz de hacer más de lo que imaginamos, sino que también obra activamente en nosotros. Al reconocer Su gloria y permitir que Su poder nos transforme, podemos vivir vidas que Le honren y experimenten la plenitud de Su paz y Su amor. Es un llamado a confiar plenamente en Su plan y en Su capacidad para obrar maravillas en y a través de nosotros.

Comentarios

Entradas populares