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Toda La Gloria Sea Para Dios

 Es un privilegio reflexionar sobre el poderoso versículo de Efesios 3:20, que nos recuerda la inmensidad de Dios y Su obra en nuestras vidas.  "Que toda la gloria sea para Dios, quien puede lograr mucho más de lo que pudiéramos pedir o incluso imaginar mediante su gran poder, que actúa en nosotros." Este pasaje nos invita a una profunda contemplación de la naturaleza divina y nuestra relación con Él. La Gloria de Dios, Más Allá de Nuestra Comprensión La primera parte del versículo nos llama a que "toda la gloria sea para Dios" [Efesios 3:20 NTV]. La gloria de Dios no es algo que podamos añadir o quitar, pues es inherente a Su ser, la manifestación de todos Sus atributos. Incluso si nadie lo alabara, Él seguiría siendo el "Dios de la gloria". Los cielos proclaman Su gloria y toda la tierra está llena de ella, un testimonio silencioso de Su grandeza como Creador. El universo entero fue creado para glorificarle. Nuestra función, entonces, no es aumentar Su g...

Sangre y Vida

Y pondrá el sacerdote de la sangre sobre los cuernos del altar del perfume aromático, que está en el tabernáculo del testimonio delante de Jehová: y echará toda la sangre del becerro al pie del altar del holocausto, que está á la puerta del tabernáculo del testimonio.

Levítico 4:7.


En este pasaje observamos el proceso bien detallado de cómo el sacerdote debía administrar la sangre del sacrificio para expiación.

Este verso nos puede brindar una visión de la magnitud y  seriedad con la que Dios ve el pecado y la urgente necesidad de expiación para la restauración de la relación entre Dios y el ser humano.


La importancia de la expiación


La sangre derramada del becerro para expiación era esencial para hacer frente al pecado del pueblo. Esto señala hacia el sacrificio final de Jesucristo en la cruz, la sangre derramada de nuestro Señor es la base de la expiación para todos los que creen en Él. La expiación es el acto de reconciliación con Dios a través del sacrificio de Jesucristo, quien murió para redimirnos del pecado. Traernos nuevamente a Dios y ser salvos.


La pureza y la reconciliación


El proceso muy minucioso de esparcir la sangre del becerro en el altar del incienso y al pie del altar del holocausto pone de relieve la pureza requerida para acercarse a Dios. Esto nos instruye que, para acercarnos a Dios, debemos ser purificados por la sangre de Jesucristo. Su sacrificio nos ofrece la reconciliación con Dios y nos permite acercarnos a Él con confianza y gratitud. Sin la sangre de Jesucristo no podemos entrar a la presencia del Padre.


Nuestra respuesta


Como creyentes, esta palabra nos desafía a tomar  la seriedad del pecado y la magnitud del sacrificio de Jesucristo. Nos llama a vivir vidas de gratitud y consagración, reconociendo que hemos sido redimidos por un precio muy alto. Además, nos recuerda que la pureza y la reconciliación con Dios son posibles a través de la fe en Jesucristo.


Todo esto debería  llevarnos a pensar  sobre la seriedad del pecado, la magnitud del sacrificio de Jesucristo y nuestra respuesta de gratitud y consagración a Dios. También debería impulsarnosna vivir vidas que reflejen la pureza que Dios nos ofrece a través de la obra redentora de Jesucristo.

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